El equinoccio de primavera - Aire

Los solsticios y equinoccios que marcan las estaciones del año siempre han tenido una importancia filosófica en las distintas creencias de las diferentes culturas. En la tradición occidental se asocian las estaciones con los cuatro elementos, es decir, con el Aire, el Fuego, el Agua y la Tierra, quedaría un quinto el Espíritu. Cada uno de estos elementos tiene una serie de cualidades y elementos simbólicos que ayudan a un mayor entendimiento del propio interior. En esta ocasión veremos los elementos del elemento Aire, al que corresponde la primavera.

Vamos a examinar las distintas atribuciones y elementos simbólicos que pueden ser utilizados en las meditaciones y en forma de objetos representativos que ayuden a manifestar las cualidades de este elemento, sobre todo durante el periodo de su estación, la primavera. Estación propicia para planificar, organizarse y meditar antes de entrar a la realización efectiva. 

El Aire como elemento representa el intelecto, la mente en todas sus dimensiones, por lo que cuando está enfocado favorablemente se produce la diligencia en el pensamiento, el optimismo y el disfrute con uno mismo, el optimismo y el refinamiento. Si el aspecto del Aire está mal enfocado fomenta la frivolidad, la verborrea, el chismorreo y el despilfarro de todos los recursos.


Los signos de este elemento son: Géminis, Libra y Acuario. Signos inquietos, intelectuales, muy reflexivos para bien y para mal.

El color que se le asocia es el verde y la gema es el zafiro, por lo que portar está gema o prendas con este color favorecen las cualidades de este elemento. Su zona en el cuerpo es el pecho, el sentido físico que se le atribuye es el oído y su punto cardinal es el Este.

El arma mágica, es la daga, que representa el discernimiento, la capacidad de cortar lazos y alcanzar la libertad interna. Separa, divide y limita.


En el judeo-cristianismo corresponde con el arcángel San Rafael, cuyo nombre significa “curación de Dios”, y no solo referido al cuerpo sino a todo el ser, empezando por la mente, pues una actitud negativa afecta al cuerpo. Este es su sello mágico:


En kabbala corresponde con el plano de Yetzirah, es decir “formación”, donde empiezan a manifestarse las realidades a un nivel existencial. Primero surge la chispa del espíritu y después se manifiesta en un concepto, en una idea, que más tarde tomará forma. En el tetragramaton o nombre de Dios en hebreo, corresponde con la letra “VAU”.

En la mitología celta corresponde con el dios “Lug”, que estaba en lo más alto de la jerarquía de divinidades, pero no teniendo una función específica, sino que abarcaba todas las facetas necesarias, el intelecto, la mente es la que prepara para todo lo que se ejecuta desde el corazón y en lo material.


Los seres elementales del Aire, son las “sílfides”, pequeñas entidades etéreas, volátiles con aspecto humano y delicado.

El elemento Aire, es la mente como origen de la realización, es lo que va dar lugar a los sentimientos (elemento Agua) y a los hechos (elemento Tierra) y que procede de la voluntad (elemento Fuego).