En todas las tradiciones místicas el mago, chaman u “hombre de poder”, siempre va pertrechado para sus interrelaciones con los otros planos de un equipamiento o herramientas para dirigir, controlar y manifestar las fuerzas transcendentes. En la tradición occidental una de ellas es la “vara”, bastón o báculo, que a menudo en la imaginería de la cultura popular se desvirtualiza y pierde su sacralidad.
Todo objeto mágico debe estar realizado dentro de una tradición determinada, es decir, debe llevar los
elementos simbólicos y físicos que están considerados en la línea de trabajo de quien la va a usar. Si bien se puede adaptar, siempre se debe basar en una enseñanza o conocimiento que tenga el respaldo de una práctica tradicional. Cuando un conocimiento es transmitido y practicado por un grupo de gente a lo largo de generaciones se crea una consciencia en otro plano que da energía y vigencia a los símbolos y elementos que se emplean. Una vara mágica no se puede improvisar, tiene que estar dirigida su construcción por un guía o instructor y dentro de un contexto de enseñanza interna; el mago debe hacerla con sus propias manos y todo su ser debe de estar implicado en el proceso, lo que requiere de estudio y meditación.

La vara se puede construir de muchas formas distintas, los clásicos recomendaban hacerla de una vara de avellano, atravesada por un cilindro de cobre, en otros textos simplemente es una varilla de madera con determinados símbolos; algunos autores la simplifican siendo una vara de madera con un hilo metálico de lado a lado y decorada según la tradición. Una vara mágica de tendencia moderna constaría de un tubo metálico con dos cuarzos en sendos lados, unidos por una espiral de cobre en su interior, toda ella menos los extremos cubierta de material aislante, como cuero o cordel de algodón. La Golden Dawn tenía distintas varas según el elemento, pero lo más importante es que esté hecha según una tradición y siguiendo el consejo del guía, maestro o director mágico. El día, la hora y las circunstancias astrológica deben tenerse en cuenta en el momento de elaboración de la vara. No es un juguete o un adorno, es la depositaria de la voluntad interna del mago y su único valor es el de la carga simbólica que haga despertar las cualidades ígneas en quien la porta.
Una vez realizada, es de gran importancia limpiarla de las influencias externas, además de los sabidos sistemas de lavar los cuarzos con agua y sal, o es necesario que “mágicamente sea pura”, para ello se ha de ejecutar algún rito de limpieza como el “ritual menor del pentagrama” con exorcismo de Tierra. Cada tradición aconsejará su procedimiento adecuado, tanto de limpieza como de consagración. Una vez consagrada, este objeto no puede exhibirse o mostrarse al mundo profano, pasa a ser un objeto transcendente que solo se saca de su lugar de reposo para las operaciones adecuadas y siempre tratada con el máximo respecto.
La consagración de la vara es quizás el aspecto más importante y ésta se debe realizar en el momento adecuado astrológicamente hablando, por ejemplo, un domingo a la hora del Sol. Se debe realizar con los elementos simbólicos en la estancia que acompañen, según cada tradición mágica. El mago ha de poner todo su ser a la hora de transferirle la carga transcendental. Es necesario que se alcance un clima intenso en donde se produzca una descarga de toda la energía del momento y del interior del mago. Si se realiza de modo sexual o tántrico, se ha de actuar en coordinación con la pareja, operando está como ayudante. EL entorno debe ser limpiado mágicamente antes de la consagración, por lo que se ha de realizar un ritual de apertura y cierre. Si el mago no tiene pensamientos parásitos, sus intenciones son puras respecto al espíritu y transfiere su voluntad a la vara, entonces es cuando realmente se ha consagrado la vara.
Equipo AbAur
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